A veces uno recorre estancias y pasillos, como si estuviera en un laberinto.
Y vaga en solitario sin encontrar la salida.
A veces uno recorre con el dedo, señalando los lomos de los libros, estanterías olvidadas hace ya tiempo. Y sin proponérselo, acaba encontrando una joya escondida.
No recordar algo es una de las virtudes del ser humano. Y yo no sabría decirte cuándo compré aquel pequeño librito. Ni siquiera qué me impulsó a hacerlo.
Recorro sus líneas, sus párrafos. Me detengo en sus puntos y me pauso en sus comas. Todo en una lectura rápida que intenta compensar el tiempo perdido.
Gregori Navarro