Uno nunca puede prever que será primero. En algunos juegos es la mecánica la que surge en primer lugar. En otras ocasiones es la forma y el diseño del tablero el que se materializa antes que nada. Otras veces ocurre que es un nombre, el futuro nombre del juego, el que precede a cualquier otro componente o fase en la creación del juego.
En el caso de Tetraktys fue así. Primero apareció la enigmática palabra en la cabeza y posteriormente se añadieron el resto de piezas que acabaron componiendo el juego.
Tetraktys fue la palabra que quedo en el pensamiento después de leer la gran novela de Marc Chicot «El asesinato de Pitagoras». Y Tetraktys fue el nombre que quise dar a este juego de tablero en elipse, con fichas-comodines de grandes matemáticos y matematicas de la Antigüedad y con cartas que contenían sencillos problemas matemáticos que ayudarían a los escolares. El sobrenombre «cómo meterse en problemas» quería dar una pista de la temática del juego haciendo un «simpático» juego de palabras. Explicar todo esto no representó ningún problema para mi porque contaba con la ayuda del gran Pitágoras. Con el permiso del autor, os dejo con Pitágoras que nos habla desde las páginas de aquella novela.
«Pitágoras levantó la cabeza pausadamente y abrió los párpados.
Los seis discípulos se sobrecogieron. En los ojos dorados del maestro ardía un fuego más intenso de lo habitual. Su cabello, de un blanco níveo, caía en cascada sobre sus hombros y parecía resplandecer al igual que su espesa barba. Tenía más de setenta años, pero mantenía casi intacto el vigor de la juventud.
—Observad la tetraktys, clave del universo —la voz de Pitágoras, profunda y suave, resonó en el solemne espacio del templo circular.
En la mano derecha sostenía una vara de fresno. Con ella señaló hacia el suelo de mármol, donde había desenrollado un pequeño pergamino entre él y sus discípulos. Mostraba un sencillo dibujo. Una figura triangular formada por cuatro filas de puntos. La de la base contenía cuatro puntos, la siguiente tres, había otra de dos y finalmente una cúspide de un solo punto. Estos diez puntos ordenados en triángulo eran uno de los símbolos fundamentales de la orden.
Continuó hablando con majestuosa autoridad.
—Durante los próximos días dedicaremos la última hora a analizar el número que contiene a todos: el número diez. —Realizó con la vara un movimiento circular alrededor de la tetraktys—. El diez contiene también la suma de las dimensiones geométricas —dio un toque con la vara a los diferentes niveles dibujados en el pergamino—: uno el punto, dos la línea, tres el plano y cuatro el espacio.
Se inclinó hacia delante e intensificó la mirada. Cuando volvió a hablar, su voz se había vuelto más grave.
—El diez, como sabéis, también simboliza el cierre pleno de un ciclo.»
Gregori Navarro