En la primavera del 2.010, envueltos por el calor de un día de sol, pensamos cómo será nuestro primer juego.
Vemos a nuestros tres personajes a los que asignamos unos colores que ya siempre les acompañarán:
- Minotauro, siniestro ser caracterizado por el negro, de desgracia y luto.
- Teseo, héroe dónde los haya, valiente y con una fuerza física más allá de lo normal. El color rojo le caracteriza. Rojo de ación y de rapidez en los movimientos. Rojo de espada utilizada contra un enemigo feroz.
- Ariadna, bella e inteligente princesa, que personaliza el amor sin límites. Ariadna es capaz de traicionar a su hermano, el Minotauro, a quien también ama, por salvar a su enamorado, el príncipe ateniense. Le asignamos el color verde, porque representa el futuro, junto a Teseo y el futuro de una humanidad libre de situaciones de crueldad.
Nos imaginamos un tablero como un laberinto exterior, con sendas y caminitos rodeados de arbustos que impiden pasar al otro lado.
Dejamos un laberinto oscuro y siniestro, interior en los sótanos de un inmenso palacio, para una futura versión de nuestro juego.
Colocamos a los dos contrincantes en dos puntos opuestos, unidos por una diagonal imaginaria: un punto es la entrada al laberinto y en ella Teseo espera su turno para entrar. El otro punto es el fondo del laberinto, donde tiene su lugar de descanso el Minotauro y desde donde se lanzará en persecución del ateniense.
Justo en medio del tablero encontramos a Ariadna. Ella se moverá en cada turno con la tirada de cada personaje. Ella decidirá quién de los dos adversarios es el atacante en cada momento.
Ariadna y los dados decidirán quién sale vencedor del laberinto.
Jugamos…?
Gregori Navarro